Bandoleros en Antequera

De Antonio Diaz “el renegado” hay pocas reseñas, es por medio de los periódicos de entonces que hablan de él como un bandolero muy activo, y que, como muchos de ellos, fue apoyado por lugareños y simpatizantes, sin embargo, para otros fue héroe que luchó junto de los carlistas en tierra de Andalucía.

Antonio Díaz nació en 1808 en Arenas, Sevilla, ejerciendo como contrabandista desde los 10 o 12 años de la mano de su padre.

No se conocen bien los detalles, pero a raíz de un asesinato fue puesto en busca y captura, “El Español” (Periódico de la época) del 5 de febrero de 1836, “nuestro héroe que sabía muy bien abreviar los procedimientos de las causas, dio muerte violenta al juez y escribano de la suya.”, no era hombre de andarse por las ramas.

Tras este doble crimen se marcha a África en donde se convierte al Islam, de ahí su apodo de “el renegado”, renegó de la fe cristiana.

Al tiempo volvió a España “alistándose” en la cuadrilla de Jose María “el tempranillo” hasta el indulto que Fernando VII ofrece a todo aquel que quisiera servir a la ley y dar caza a los bandoleros que no se acojan a dicho indulto, muchos se ven contra a espada y la pared y capturados por sus propios compañeros
“El renegado” se acoge al indulto y se establece en Benamejí, casándose con la hija de un comerciante del pueblo, hasta que el aburrimiento y los recuerdos de una vida de aventuras le lleva a lanzarse , por tierras cordobesas, de nuevo a las andadas con su compañero “el borrego” al que conocía de su etapa con “el tempranillo”.

Capturado y hecho prisionero, al parecer, consigue un segundo indulto y vuelve a Benamejí, donde trabaja de guarda de olivares y monta un tienda de aceite y frutos secos regentada por su mujer.

De nuevo organiza una cuadrilla conocida como la cuadrilla del renegado y retoma la vida delictiva, tal y como aprendiera de su maestro José María “el tempranillo”

Generoso con la gente humilde que se encargaban de cuidar los cortijos, que le daban cobijo y hacía más difícil su captura.

Su modo operandi consistía en entrar en el cortijo y reclamarles dinero a sus dueños, por lo general mil o dos mil pesetas, una fortuna de la época, si se negaban mataban a los animales o quemaban la cosecha. Otras veces raptaban a los propietarios y pedían un rescate, nunca maltrató a ninguno de sus secuestrado ofreciéndoles un trato digno.

Tuvo diferentes enfrentamientos con los cuerpos de la ley, en los que fallecieron en torno a 10 de sus hombres.

Por tercera vez consiguió un indulto, y aquí se pierde su pista.

Su nombre y apodo aparece en las listas de guerrilleros carlistas que lucharon en Andalucía, pero no hay más información sobre él.

Es una de las apasionantes historias de Bandoleros en Antequera que os contaremos en nuestras visitas guiadas

 

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